microrelato, Veronika decide morir

Luz

Santiago levantó la mirada del libro en el cual llevaba horas sumergido, al tiempo en el que comenzaron a caer las primeras gotas de lo que sería un largo día de lluvia. Se dibujó una sonrisa en su cara. Era una de esas que Luz, su hermana, conocía y le encantaban.

¿Que pasa?- le preguntó Luz mientras sonreía también, adelantándose a lo que sabía que sería una interesante conversación.

¿Leíste este libro, verdad?- Santiago dijo refiriéndose a Veronika decide morir. Luz asintió con la cabeza. -Veronika menciona que le gustan los días lluviosos porque reflejan lo que siente por dentro. Pero creo que hay tanto que el autor pudo haber agregado. Creo que ella quería decir más. En estos días donde Dios llora, como solía oír de pequeño, se corre el maquillaje, los cuentos de hadas son lavados y sale la verdad. Aquellos que le tienen miedo a lo real se refugian en sus hogares. Los más valientes salen a explorar lugares y cuerpos. A probar actividades y amantes. Los religiosos reciben bendiciones. Lo verde se nutre. Irónico, pero siento que en esos días lluviosos mi mundo se ilumina. De la oscuridad viene la luz.
microrelato, sueños

Una tarde de domingo

Un tarde de domingo, mientras esperaba a mi padre en un restaurante, me encontré con un amigo. Este me presentó a un hombre que se parecía a un actor estadounidense y a unos cuantos hombres mas que realizaban un actividad en el restaurante. Quería seguir compartiendo con ellos pero mi padre llegó. Al irnos veía como seguían llegando personas al evento, como seguían llegando caras conocidas. De repente aparecí en casa de mi abuela en medio de un caos total. Aparentemente, seres fantasmales y zombierescos nos tenían acorralados y debíamos salir de ahí. Pero en nuestra lógica daba tiempo a bañarnos y cambiarnos para lucir más presentables.

Finalmente, los seres irrumpieron y nos pasaron de largo. No era a nosotros que buscaban sino a Dios. Luego desperté…

verso libre

Versos libres

Se romperá el silencio con más silencio
y no habrá un grito mas.
Las máquinas que nos controlan
dejarán de funcionar.

Y los números,
con sus horas y sus medidas,
también desaparecerán.

Entonces seré yo con la nada y con el todo.
Con el universo, con el fuego,
con el mar y la verdad.

Te esperaré en aquel lugar
donde sé, me irás a buscar.
Tal vez una eternidad o solo un segundo.
No lo podré distinguir .
Te esperaré disfrutando de mí.

Daré a luz algunas veces,
tanto como el destino dicte.
Y con cada criatura te esperaré
para a la familia recibirte.

Algunos poemas, historias e ideas
querrán tu atención y tu admiración.
Dejame decirte que
hasta pelearan por ella.

Llegará luego el dia que crezcan
y no les faltes más.
Solo el momento lo dirá.
microrelato

Una gota

Cayó una gota de lluvia en su frente que se deslizó por su nariz pasando por sus labios y desvaneciéndose en su barbilla. Se sentía fría, refrescante, apacible… Mientras todo lo demás se sentía caluroso y agobiante. Todos caminaban de un lado a otro sin parar, sin mirar alrededor, sin mirar a los demás. Ella, sin embargo, no pudo seguir el flujo de la gente. Tuvo que detenerse y mirar hacia arriba, ver que no era un techo lo que había sobre su cabeza, si no un cielo abierto que no le ponía límites, unas nubes que decoraban el paisaje y traían agua para calmar la sed y un sol que jugaba al escondido cada vez que podía. ¿Qué se siente cuando no se siente nada y todo a la misma vez?


De pronto la golpeó una de aquellas personas que caminaban. No dijo perdón, no la miró, solo siguió caminando. ¿Una señal?- pensó, tal vez no debería parar para mirar el cielo- Entonces recordó un lugar donde debía estar, una persona a la que debía ver, un plazo de tiempo que debía cumplir.

microrelato

En la licuadora

Entre pensamiento y pensamiento se me cayó en la licuadora el cerebro y unas canciones de Arjona, junto con los ingredientes de la batida que preparaba. Como no quedaba de otra, me tocó tomarla. Me hubiera gustado pedirle el cerebro prestado a cualquiera de mis hermanas menores y regresar a esos tiempos de muñecas y bailes. Pero como todavía me queda un poco de alma, las deje tranquilas. Las semanas siguientes fueron de recuerdos y aceptación a la cruda realidad, tan maravillosa a veces, que es la vida.

microrelato

Radhames

Radhames llevaba días sin dormir de trabajo en trabajo. No sabía cuántas tazas de café se había tomado en las últimas 72 horas pero el corazón iba forzao. Esperaba con ansias que terminara su turno de seguridad en la descuidada Plaza Central, aunque era uno de los trabajos que más le gustaba porque ponía a su disposición una escopeta que le daba poder y se entretenía con los chóferes aburridos. Además solía lanzar piropos a las mujeres que le pasaran por el frente, lo cual ellas solían tomar como obscenidades pensaba Radhames por sus reacciones.

En ese día, agosto 18 de 2014, faltaba una hora para terminar su turno y nuestro protagonista estaba de un humor de perros. Le pasó por enfrente una joven que llamó mucho su atención. Dijo buenas tardes sonriéndole y siguió por su camino. Que educada, pensó. Por unos minutos se sintió visto, sintió pertenecer a… realmente no sabía a que. Un gran escándalo lo sacó fácilmente de la buena vibra en la cual había logrado entrar. Alguien parecía pelear por un parqueo así que fue a desempeñar su papel. Todos gritaban y no podía entender nada. Sobó la escopeta? bueno, trató de hacerlo pero antes de lograrlo dos de seis disparos que penetraron el flácido cuerpo de aquel hombre que había sentido unos segundos atrás lo que llevaba tal vez años sin sentir.
Murió como muere la gente, en segundos.

ángel, fantasía, microrelato

Miedo

Miedo – salio de mi boca sin pensarlo.
 – ¿A qué le tienes tanto miedo si día a día ves milagros? Te rodean y lo sabes. Muchos ni se percatan de esas maravillosas demostraciones de amor que fluyen constantemente en el universo.
Me enfadaba oírlo porque era cierto. Me molestaba sentir miedo pero era un olor y sabor que se habían impregnado en mi hace tiempo. 
 – Si empiezo a decirte a qué le tengo miedo no terminaríamos nunca. Cada vez surgirán más miedos. Así que ya no me molestes pequeño e inocente ángel que lo que me dirás lo he escuchado mil veces de mil diferentes labios. Además he hablado con tu creador y hemos llegado a un acuerdo.
 – ¿Mi creador?… ¿Mi creador se ha mostrado ante tan temerosa criatura que tiembla y vaga por el universo?
 – Si – reí. Me había encontrado ya con muchos seres que parecían saber quien era digno de escuchar y cantar tal majestuosa melodía. ¿No es a nosotros, los más temerosos, a quienes debería de cantar? – si, tu creador me ha dejado sentir miedo. 
Luego de unos segundos nos miramos y sonreímos. Las palabras sobraban. 
lista pendiente, microrelato

Lista pendiente

Vi una nota sobre la mesa y mi curiosidad no pidió permiso a nadie para leerla. En ella, quien sea que la haya escrito, enlistaba: 1. leer tres libros que cambien mi vida, 2. juzgar a dos extraños en el metro y 3. correr descalzo por la playa. Me pareció extraño porque eran cosas que muchas personas han hecho ya para sus veinte años, en sin número de casos antes ¿Quién la habrá escrito?- me pregunté. Luego reí. Qué afortunado sería yo si esa fuera mi lista pendiente. Después de unos minutos en silencio me recogí el pelo, abrí con cuidado mi cabeza para rebuscar en mi cerebro los asuntos por hacer que se habían construido durante veinte tres años y los reemplace por estos.

Fui feliz, por lo menos por un tiempo.

fantasía, microrelato

¿Gemelas idénticas?

Las vi a ambas paradas frente a mí. Gemelas idénticas, hermosas y elegantes. Nunca hubiera podido diferenciarlas de no haber conversado luego con ellas. Una se me acercó sutilmente, llevaba poco maquillaje, del tipo de maquillaje que la mayoría de los hombres no reconocería. Sonreía constantemente y era una sonrisa capaz de seducir al más célibe de los monjes. Nuestra conversación fue demasiado intensa como para ser algo más que privada. La otra no se me acercó, se mantuvo ahí parada esperando… ¿a mí? No lo se realmente. Inseguro sobre qué hacer me le acerqué. Sonrió unos segundos mientras me miraba fijamente a los ojos, lo que se sintió como una mirada al alma. Caminamos mientras platicábamos sobre cosas tan triviales como el café, se decía tanto sin decir realmente nada. Cuando la vi marcharse supe que era ella. Entonces se volteo para decir en el más dulce tono de voz, continua mi bella criatura y deja que tu río fluya porque darás vida, mucha vida, más de la que jamás hubieras podido imaginar. Eres ya madre, madre de ideas y de amores. Pero tu tarea no ha terminado, continua que luego responderé todas tus preguntas.

fantasía, microrelato

Conversando con una hoja

El frondoso árbol de flamboyán situado a un lado del camino interior del parque, bajo el cual muchos caminaban, comían y soñaban, a veces sin siquiera percatarse de su existencia, contaba historias a los curiosos oídos que estuvieran dispuestos a escuchar. Estas historias no eran mágicas, no eran sobre reyes y reinas, príncipes y princesas o fortunas secretas. Eran historias reales, tan reales como las letras de este relato que estás leyendo, tan reales como las personas y lo animales que te rodean, aquellos que ves caer y levantarse miles de veces.
 Descubrí el don de aquel árbol justo cuando lo necesitaba, casualidad o diosidencia, usted mismo lo dirá. Encontré en la negra noche iluminada de estrellas que llamaban mi nombre entre susurros de luz, hojas luminosas cayendo de su majestuoso creador. Me pregunté cuánto tiempo llevaba aquel árbol allí y cómo no me había fijado en él antes. Sentí curiosidad, mucha curiosidad. Vi las hojas y no pude contener el impulso de levantar una de ellas y observarla, como lo hace alguien loco, sin hora ni destino, sin preocupaciones del que dirán de este individuo estudiando hojas en medio de la noche.
 Para mi agradable sorpresa, la hoja me contó que en otra vida caminaba errante por el universo, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de nación en nación y de planeta en planeta. Ella disfrutó festines con mendigos y guerras con la realeza, borracheras con políticos y debates con poetas, fiestas con marcianos y cenas con astronautas.
 -¿Todo eso en una vida?- Pregunté yo sorprendida.
-¿Importaría si hubiera sido en una, dos, tres o mil vidas?-
Mi silencio delató mi confusión. ¿Realmente importaría?
En esta inusual pero fascinante conversación sentí…. no algo inexplicable como lo que aparece en novelas, no sentí ganas de gritar o de llorar, sentí simplemente paz. No sentí que el mundo se parara, sentí que se movía. No por magia, sino por algo tan divino y real como el universo. La hoja me dijo también que hace tiempo había dejado ya de tratar de entender a esas personas extrañas que corren apresuradas como si todo dependiera de ese segundo, como si de ellas dependiera todo. Hace tiempo había dejado de tratar de entender a eso que llamaban ¿Y si…..? Entonces traté  de recordar entre lagunas mis últimos días, ¿había dejado yo de hacerme esa pregunta? Luego solté la hoja y corrí a casa asustada ¿y si venía un ladrón y me asaltaba?